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La muralla que excluye a las mujeres feministas de la política




¿Qué sucede en Uruguay que las mujeres políticas insertas en todas las organizaciones políticas y sociales del país no llegan a ocupar puestos de relevancia política, ya sean político partidarios o en las direcciones en los movimientos sociales? Sucede que para que las mujeres ocupen puestos de liderazgo político hay hombres que tienen que correrse, dar un paso o muchos pasos atrás. Y no están dispuestos a hacerlo. Lo normal en estos ámbitos (hay variedades pero son demasiados parecidos) es que ante el reclamo de las mujeres de contemplar una cuota para asegurar la participación real de las mujeres suelen responder “si, si, ese tema es muy importante”, para inmediatamente después seguir haciendo lo mismo. ¿Qué es lo mismo? Comportarse corporativamente con el resto de los hombres del lugar para que por la vía del desgaste, la tomadura de pelo, el ninguneo, o sea, la violencia política de género, las mujeres se vayan o acepten el lugar que se les da dócilmente. Y cuando volvés a decirles ¿ven lo que hacen? Vuelven a decirte: “Oh!... ah! no, sí, tienen razón” para dos segundos después continuar haciendo lo mismo, una y otra vez y otra vez y otra vez. Y a mí me sorprende que estos hombres que viven en el año 2021, muchos de ellos jóvenes, crean que las mujeres vamos a seguir soportando su maltrato en momentos donde el feminismo ha logrado cruzar la frontera de movimiento minoritario, a movimiento de masas. Y no sólo por lo que sucede en las calles, también en la construcción teórica de problemas sociales así como en las salidas, nuevos paradigmas, nuevas explicaciones para problemas viejos. Pero las mujeres feministas que hacemos política no sólo tenemos dificultad con los hombres, también tenemos mujeres políticas que no apoyan a otras mujeres, algunas por ser profundamente conservadoras y otras por ser lo suficientemente individualistas que usan el feminismo para proyectarse pero no tienen ningún interés en abrir las puertas para todas.

Y así es como se nos vuelve una muralla inaccesible el avance sustancial de las mujeres en política, porque primero nos desgastamos enormemente en abrir un espacio, cuando lo logramos los hombres suele promover en primer lugar una mujer conservadora y si no hay en ese momento nadie que cumpla con ese requisito. Es entonces que van por las individualistas que no van a seguir peleando por abrir más puertas, y algunas pocas veces cuando el trabajo ha sido incesante y las compañeras a pesar de estar expuestas a esa violencia cotidiana, logran sobrevivir sin envenenarse, algunas de las que pelean por todas, llegan. Pero llegan solas y eso debilita su potencia, como bien saben ellos. Las mujeres que militamos en cualquier espacio político debemos cortar con ese círculo definitivamente, creo que es hora de dejar de apañar el maltrato y la exclusión del 52% de la población y ya no hay más espacio para esperar el “cambio cultural” porque no se va a procesar por el simple paso del tiempo. Lo que sucede especialmente en la política partidaria debe alarmamos. Debemos mostrar la fuerza colectiva que tenemos y no participar en ningún espacio político que no cuente con representación de mujeres feministas. Debemos negarnos a ser instrumentalizadas y usadas para perpetuar el poder de los hombres y la violencia que ejercen contra nosotras. Debemos decir basta y hacernos de lo que nos corresponde.


Soledad Gonzales

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